"¡SI CONOCIERAS EN DON DE DIOS!"
Talleres de espiritualidad para animadores de PCP
PRESENTACIÓN
Con gran alegría presento este texto titulado: “Si conocieras el don de Dios”. Talleres de espiritualidad para animadores de las Pequeñas Comunidades Parroquiales” que ofrece el Equipo Dinamizador Diocesano del P.R.P. para que contribuya a la formación y capacitación de los que están al frente de las Pequeñas Comunidades; título también dirigido a los sacerdotes, párrocos y vicarios como encargados de la formación y acompañamiento de los animadores.
El presente material es una respuesta a los anhelos y solicitudes expresadas por sacerdotes y agentes de pastoral de ir alcanzando una formación permanente cada vez más alta con el fin de prestar un mejor servicio a las pequeñas comunidades; por tanto, es mi deseo que este título sea acogido con gran disponibilidad y utilizado en gran forma tanto por los sacerdotes como por los animadores, e incluso por fieles o pequeños grupos en general que deseen aprovechar la riqueza de los temas que contiene y la pedagogía que presenta.
Las pequeñas comunidades parroquiales van surgiendo como fruto de la Misión Parroquial familiar a fin de ser un espacio y un camino para que los discípulos misioneros de Cristo y la Iglesia avancen en su formación cristiana y en su capacitación como testigos y misioneros que siembren la Buena Nueva del Evangelio en la vida de cada día. Estas pequeñas comunidades además, quieren llegar a ser familias de hermanos en la fe y el amor que reflejen a Dios y en donde se ayuden entre todos a vivir como hijos y hermanos.
El servicio de los animadores se orienta precisamente a ayudar para que el ideal de la formación del discípulo de Cristo en comunidad misionera sea una realidad que renueve la vida de cada uno, de los demás, de las parroquias y de la Diócesis. Los animadores necesitan de la formación para un mejor servicio.
La formación de los animadores se ha de alcanzar en dos aspectos: el primero y fundamental, el de la formación del creyente en su fe, su oración, su participación litúrgica y su vida moral; y por otra, la formación para prestar el servicio a la comunidad al ser quien anima y quien, en cierto sentido, guía a los demás. El animador ha de ser y obrar como testigo de Cristo y misionero suyo en la Iglesia. La formación cristiana, no hay que olvidarla, es obra del Espíritu Santo con el compromiso y la colaboración de cada uno.
En definitiva: que al servirse de estos talleres pueda cada uno hacer realidad el anhelo de Jesús expresado a la Samaritana: “Si conocieras el don de Dios”; que ese don infinito, maravilloso de la fe, de la gracia, del amor de Dios, de su alegría, belleza y eternidad pueda ser alcanzado por los animadores de pequeñas comunidades para que, a su vez, los animadores ayuden a cada integrante que la pequeña comunidad o que también él llegue a conocer el don de Dios.
El Espíritu del Señor, ilumine y transforme a todos aquellos que se sirvan de este texto para crecer en su fe y su servicio apostólico a los demás.
Gracias a todos los miembros del Equipo Dinamizador diocesano y en particular al Padre Agustín Jiménez, párroco de Jesús Eucaristía y a María Oliva Gutiérrez M. Delegada Episcopal de la Pastoral Catequística por su aporte.
+ HÉCTOR CUBILLOS PEÑA
Obispo de Zipaquirá
Zipaquirá, diciembre de 2016
INTRODUCCIÓN
“En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto,
y cuando nuestra vida espiritual da fruto,
nos llenamos de alegría, que es el signo
más evidente de la grandeza de la fe” (Lumen Fidei 49)
Con el ánimo de contribuir a la formación espiritual de los animadores de las pequeñas comunidades parroquiales, hemos preparado estos talleres, confiados en que los principales animadores de la vida espiritual de los agentes de pastoral de las parroquias, los sacerdotes, tomen como propio este esfuerzo y animen el crecimiento espiritual de quienes generosamente entregan su vida para ayudar a otros a encontrar sentido y valor de eternidad a su existencia.
¿Qué es la espiritualidad?, en palabras simples podemos decir que una espiritualidad propia y profunda, es una forma de vivir en el Espíritu y es la espiritualidad lo que ayuda al servidor de la comunidad cristiana a crecer y renovarse continuamente para hacer más dinámico y eficaz su servicio a Dios en la comunidad. Las exigencias propias de la vocación cristiana hacen que la espiritualidad se convierta en una necesidad. La espiritualidad es, entonces, el aspecto más valioso del creyente y por consiguiente la dimensión más importante de su formación.
En el fondo de la espiritualidad del servidor está la llamada que Dios hace a la santidad; como todo cristiano, el servidor “está llamado a la santidad y a la misión” (RMi 90), esto quiere decir: a vivir su ministerio “con el fervor propio de los santos” (EN 8). El animador de la pequeña comunidad ha recibido el llamado de Dios a la santidad, esta santidad es una actitud de vida cotidiana y se realiza las veinticuatro horas del día, ahí donde Él lo ha puesto.
La espiritualidad del servidor está ligada estrechamente a su condición de “cristiano”, de “laico”. La condición propia del laico es secular, es decir, su llamada a la santidad la debe vivir en su propia condición, animando y perfeccionando el orden temporal, dando testimonio de Cristo, especialmente en las situaciones y ambientes donde vive y trabaja. Por ejemplo, si está casado, su vida matrimonial debe estar impregnada de espiritualidad.
La espiritualidad del cristiano laico también está vinculada a su vocación apostólica, que se expresa en actitudes determinantes, como: la fe, la esperanza, la caridad; en el amor a la Eucaristía, en la conciencia de servir al Reino, en la vida de oración, en una palabra, en la vida de santidad, por ello estas características se desarrollan a lo largo de los talleres que aquí presentamos.
Este texto tiene el propósito de acompañar a los animadores de las pequeñas comunidades parroquiales, en su proceso de crecimiento en la vida espiritual, para que cada día su ser y su servicio eclesial adquieran sentido y valor de eternidad. Recomendamos a cada uno leer cuidadosamente todos los textos bíblicos y del Magisterio indicados a lo largo de estos talleres, éstos le ayudarán en el logro de las metas propuestas.
Sugerimos iniciar y terminar los talleres con un retiro espiritual. Para ello presentamos dos esquemas que pueden ser de alguna ayuda. Cada taller tiene una metodología con siete grandes pasos, los cuales sugerimos mirar con anterioridad para dar a cada uno el tiempo necesario, cuidando mantener un equilibrio según cada paso y según las circunstancias de los participantes en cada taller.
María Oliva Gutiérrez M. - P. Luis Agustín Jiménez
Del equipo dinamizador central del PRP.
CONTENIDO
Presentación
Introducción
Siglas
Encuentro inicial: Retiro espiritual (1) "Al encuentro con Jesucristo vivo"
Taller 1: El anuncio de la Buena Noticia
Taller 2: La oración es respuesta
Taller 3: Hay que nacer de nuevo
Taller 4: Encuentro con Jesucristo Vivo
Taller 5: Milagros de amor
Taller 6: Llamados para ser enviados
Taller 7: Celebración de la fe
Encuentro final: Retiro espiritual (2) "Al servicio de Dios y de la comunidad"
Bibliografía
Siglas
CD Decreto Cristus Dominus, sobre el oficio pastoral de los Obispos.
CEC Catecismo de la Iglesia Católica, Catechismus Ecclesiae Catholicae.
CT Exhortación catechesi tradendae, de Juan Pablo II.
DA Documento de Aparecida.
DGC Directorio General para la Catequesis.
EdE Ecclesia de Eucharistia. Carta encíclica, de Juan Pablo II sobre la Eucaristía.
EN Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi del sumo pontífice Pablo VI.
LF Carta encíclica Lumen Fidei del Papa Francisco.
LG Constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia.
NMI Carta apostólica Novo Millennio Ineunte, de Juan Pablo II.
PCP Pequeñas Comunidades Parroquiales.
PO Presbiterorum Ordinis, decreto conciliar sobre los presbíteros.
PRP Plan de renovación parroquial.
RMi Redemptoris misio carta encíclica de Juan Pablo II sobre la misión del redentor.
SC Sacrosanctum Concilium. Constitución sobre la liturgia, Concilio Vaticano II.
SS Spe salvi, Carta encíclica deBenedicto XVI sobre la esperanza cristiana.
VD Verbum Domini, exhortación apostólica de Benedicto XVI.